Cuando en las vacaciones de Pascua de 1804 un sacerdote pasa por Marlhes buscando vocaciones sacerdotales, se fija en Marcelino a quien le dice: Hijo mío, tienes que estudiar el latín y hacerte sacerdote, Dios lo quiere. Su decisión desde entonces será irrevocable, a pesar de que su cuñado el maestro Arnaud, ante el escaso progreso de su alumno, dictamina que no es apto para los estudios eclesiásticos.
En la fiesta de Todos los Santos de 1805, Marcelino entra en el seminario menor de Verrières (departamento de la Loire), a la edad de 17 años. Debe sentarse con los principiantes, a pesar de su edad y de su estatura (mide 1,79 m) y el primer año fracasa como estudiante: el director del seminario le recomienda quedarse en casa en las vacaciones de verano. Marcelino hace una peregrinación a pie, junto con su madre, a La Louvesc, donde está la tumba del apóstol de la región, San Francisco Régis, y consigue que le den otra oportunidad.
El segundo año en el seminario y los siguientes verán subir el nivel de rendimiento del tenaz Marcelino. En 1813 pasa al seminario mayor de Lyon, junto con Juan Claudio Colin y San Juan María Vianney, futuro Santo Cura de Ars, para empezar su primer año de teología.
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Frases:
- "Ver ofender a Dios, y ver que los hombres pierden su esperanza y su amor, son para mí dos cosas insoportables y que me parten el corazón."
- "Todo a Jesús por María, todo a María para Jesús.
- Nota: Esta frase fue la regla de conducta de Marcelino en toda su vida."
- "Darle a conocer a Jesucristo y hacerle amar es el fin de vuestra vocación y el porqué de nuestro instituto."
- "Pido también a Dios y deseo con toda mi alma que siempre os sintáis en presencia de Dios, porque esto anima la oración y hace crecer todas las virtudes."
- "No lo olvidemos: con Jesús lo tenemos todo, y sin Jesús no tenemos nada."
- "Ojalá se pueda decir de los hermanos maristas como de los primeros cristianos: 'Mirad cómo se aman.'"
- "Si supiéramos lo mucho que Jesucristo ama a los niños y jóvenes y el ansia con que desea su alegría y su búsqueda del amor que él les tiene, en lugar de considerar penosa la enseñanza y de quejamos de lo que nos cuesta, estaríamos dispuestos a sacrificar la vida en este esfuerzo."
- "¡Cuántas cosas haría usted si tuviese algunos cientos de miles de francos!, le dijo un día un amigo al ver cómo progresaba el instituto. Y Marcelino respondió: Si Dios nos envía cincuenta buenos hermanos, las haría mayores y mejores; lo que nos falta no es dinero, sino buenos hermanos. Una comunidad es suficientemente rica cuando sus miembros son buenos, y eso es lo que pido a Dios todos los días."
- "Es costoso vivir como buen religioso, pero la gracia y el amor de Dios lo pueden todo y lo llenan todo de gran felicidad. Qué consuelo y qué paz da morir en brazos de María y en su familia."
- "¡Qué sabio y feliz es aquel que procura ser ahora como desea que Dios lo encuentre en su última hora!"